Mis primeros 5 años de vida, fueron en la casa de mis abuelos maternos, recuerdo que nuestra casa estaba adelante y en el fondo se sentían los olores deliciosos que avanzaban por el corredor y me llevaban hacia la cocina de mi abuelita, eran olores indescriptibles, a su vez muy sencillos, pero como dijera el maestro, es más difícil lograr que platos cotidianos salgan un manjar, que una refinada receta francesa. Todo de esto me hizo querer de ser un chef a domicilio.
¡En definitiva, ella cocinaba como los dioses! Por las mañanas estábamos en el jardín de infantes de la Escuela Normal, sobre la calle 25 de Mayo, y al medio día estábamos con la abu, digo estábamos porque éramos tres hermanos viviendo en la Calle de la bolívar 550 de Azul.
En ocasiones recuerdo que nos buscaba en la puerta de la escuela, otras caminábamos hasta su casa, que estaba a dos cuadras, privilegios de vivir en una ciudad chica. Al entrar ese olor cautivante del que te hable anteriormente, aún permanece en mi memoria olfativa, salíamos corriendo hasta la cocina, por ese pasillo interminable, que ahora es un simple corredor, pero cuando una es pequeño todo lo ve gigante.
Y está el, nuestro querido abuelo José, esperándonos con un abrazo fuerte, leyendo sus diarios y mirando el noticiero. “Como les fue pichones” preguntaba sin sacar su vista de los periódicos. La abuela ponía la mesa, nosotros le robábamos el control remoto el lector sin que se dé cuenta y buscábamos nuestros dibujitos animados, recuerdo que en aquel entonces teníamos pocas opciones, Heidi, el Zorro y Alf, todos unos grandes y genios de la comedia.
Y llegaba ese momento tan pero tan esperado, la sopa!!! Era tan simple, tan rica, tan abundante!! Nunca le faltaba el apio y zanahoria, el choclo cortadito tan fino y su puerro tan delicado, también le agregaba Virina, que según la Abu era bueno para fortalecernos, entonase tomábamos sopa con más entusiasmo.
Y acá viene la mejor parte de la historia, la parte donde ya de pequeño me animaba a probar e incurrir en cuestiones de sabores e ingredientes, yo le ponía queso cuartirolo en cubos a la sopa y esperaba a que se fundiera con la temperatura de la sopa, acción que al abuelo José mucho no le gustaba, pero yo igualmente lo hacía. Me encantaba!! Es el día de hoy que lo sigo haciendo, y dicho sea de paso muchas personas siguen mis pasos, y no solo eso, después de años de cocina y de estudiar varias recetas internacionales, encuentro que, en Francia, tienen muchas recetas de sopas que, en su interior, o por encima de un pan tostado, gratinan queso y lo hacen de manera habitual.
¡Teníamos unos platos soperos hermosos, pero yo siempre quería tomar en el cuenco del abuelo, era una cazuela de barro, vieja, percudida, pero me encantaba, a veces esperaba a que el terminara para servirme yo, hasta recuerdo el ruido de la cuchara raspando el fondo áspero de aquel plato, como olvidarlo, como no tomar sopa!!
Y esto no era todo, falta el plato principal.